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Opinión

La intimidación de Casa Presidencial

Editorial

No podemos dejar pasar la oportunidad en este editorial de hacer pública la ya conocida mala gestión de comunicación de Casa Presidencial y las prácticas intimidatorias que le suceden a las noticias de su desagrado. 

Nos unimos en estas líneas al descontento de gran parte de los medios de comunicación que desde hace meses reciben llamadas increpantes por parte del ministro Mauricio Herrera, quien poco se ha lucido en sus quehaceres, pues la verdad el señor Presidente sigue dando la cara ante los periodistas y defendiendo cada zafis de sus subalternos, más bien esta plaza viene a ser un recargo al presupuesto que parece injustificado. 

Pero no solo eso, los comunicadores que rodean a Luis Guillermo Solís se han arrogado la potestad de manipular, acallar, bloquear y hasta amedrentar a ciertos colegas de la prensa nacional cuando cuestionan fuertemente el actuar del gobierno. 

Esa no es su labor, por el contrario, cuando en mayo el mandatario decide al fin nombrar a un ministro para mejorar las falencias de comunicación que le arrebataron el sueño por un año, lo hizo con el afán de lograr líneas de diálogo, de interactuar con quienes informan al pueblo, el mismo que dio los votos para el gane del PAC. 

Pero esta estructura que parece no hallar forma en los mínimos principios de la libertad de expresión y derecho a la información, no ha servido más que para llamadas a directores y dueños de medios nacionales con la intención de reportar -cual aula de preescolar- la actividad de los colaboradores cuando se acercan al Presidente. 

El ministro Mauricio Herrera Ulloa no es ajeno a este tema, él vivió en carne propia los atropellos a la actividad periodística no solo cuando tuvo que enfrentarse a la justicia, sino cuando el medio para el cual trabajó muchos años lo separó de sus funciones al margen de su buen desempeño profesional y su destacada imagen. 

Señor Ministro, usted ha sentido cuando la mala intención le respira casi en la nuca y no puede negarlo, pues de seguro en sus investigaciones los aludidos trataron de desacreditarlo delante de sus jefaturas con la única finalidad de que lo callaran o bien que lo echaran. 

Es inentendible que las personas que rodean al jefe de Estado, cuyos atestados les acreditan como profesionales de la comunicación y que alguna experiencia han tenido en medios informativos, estén en una cacería de brujas contra el gremio que da parte del malestar nacional, del desencanto de la población y exige respuestas a un gobierno que desde su primer día prometió transparencia. 

Es también incomprensible cómo el equipo de Casa Presidencial se desgasta buscando a los altos directivos de las empresas para reportar la gallardía con la que sus trabajadores piden cuentas a los administradores del país, como si eso fuera un pecado; más bien ya era hora de que los periodistas perdieran el miedo al poder político y exijan en nombre de los ciudadanos respuestas concretas de los funcionarios que ostentan el poder, usan recursos públicos y representan nuestro territorio. 

La imagen del Presidente cayó y aún cuando ahora Solís y sus asesores aducen no gobernar para las estadísticas, es bueno recordarles que esos mismos instrumentos fueron usados para llevarlo a la silla presidencial con un 70% del patrón electoral; eso es real, pero sigue siendo estadística. 

No basta con creer que se trabaja con los más buenos, los más íntegros, los más honestos, los más dignos, los más inteligentes, los más más... los hechos hablan más que las palabras. 

Si don Luis Guillermo Solís entendió que se caía a pedazos por una mala gestión de comunicación y decidió rectificar a un año de mandato, de seguro sabrá que en estos cuatro meses la cosa no ha variado y se está tambaleando de nuevo la poca y distante relación que debería existir entre Casa Presidencial y los medios. 

No necesita el mandatario repartir volantes en media calle como se hizo en Cartago el 14 de setiembre para que la gente sepa de sus obras, tampoco hace falta implorar en un discurso de Independencia que acabe la mezquindad, pues si de algo hay que estar seguros es de que las restricciones, las condiciones y las intromisiones han venido desde Zapote. 

Hace 4 meses también este gobierno les abrió las puertas a los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a sus altos representantes, Gustavo Mohme, presidente; Roberto Dutriz, propietario de La Prensa Gráfica de El Salvador; y a Claudio Paolillo, de la Comisión para la Libertad de Expresión. 

Ellos acordaron velar por el cumplimiento estricto de la libertad de expresión de todos los ciudadanos y los medios en especial; la comitiva nacional prometió respetar el trabajo de los periodistas, pero de eso poco se ve. 

Entonces claro está, los medios de información seguiremos llevando cada detalle del trabajo presidencial, seguiremos cuestionando, consultando, posiblemente incomodando con nuestras preguntas, pero ante todo cumpliendo con la labor que nos ve nacer: informando. 

Don Mauricio, su labor como ministro va más allá de hacer reclamos, de acusar, deberían en ese tiempo que gastan en acciones sin sentido, ponerse a generar estrategias de comunicación efectivas que tanta falta le hacen a esta administración, si no nos cree vea las encuestas.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Miércoles 23 Septiembre, 2015

HORA: 12:00 AM

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