La esposa de un privado de libertad, internado en el CAI La Reforma, ha denunciado ante DIARIO EXTRA que a su esposo, enfermo de diabetes, lo tienen sin medicación desde el pasado jueves, amén de otras situaciones.
“Desde el jueves no le dan el medicamento. Él entregó la receta ese día y este es el momento en que no le dan nada”, señaló María de los Ángeles Vega.
Luis Alberto González Zúñiga fue sentenciado a 15 años de prisión por el delito de abusos deshonestos y le restan por descontar 10 meses. Es diabético y hace tres años le operaron del túnel carpal.
“El está en Talleres Industriales, que está a 200 metros de la clínica, así que tampoco es algo complicadísimo”, agregó.
Por otra parte, señaló que desde que su cónyuge fue intervenido, hace tres años, no ha sido llevado a que sea valorado respecto al resultado de la operación, “pues perdieron la referencia” y no han solicitado otra. “Yo me ofrecí a ir a conseguirla y me dijeron que solo ellos pueden hacerlo”, indicó.
TOMARÁN CARTAS
El Periódico de Más Venta en Costa Rica conversó al respecto con el subdirector de Adaptación Social, Reinaldo Villalobos, quien aseguró tomarán cartas en el asunto.
“¿Qué puedo decir...? Vamos a revisar el caso. Nunca descartamos una denuncia, verificaremos la situación específica con los medicamentos y lo de la referencia, y lo solucionaremos”, subrayó el subdirector de Adaptación Social.
Villalobos indicó que la clínica que funciona en La Reforma atiende de manera constante, incluso los fines de semana.
“Hemos tratado de ir ordenando la situación y aumentando las horas de atención, y hasta buscamos la posibilidad de tener atención las 24 horas”, de manera tal que no se presenten problemas con los privados de libertad.
Vega Altamirano señaló además que los días de visita son maltratadas y ya hasta una oficial de la Policía Penitenciaria la hizo llorar.
“Yo no puedo usar talladores porque me producen alergia, y siempre voy a ver a mi esposo sin utilizarlos, pero la última visita una oficial me gritó y me dijo que no me permitía entrar así, y hasta el supervisor me llegó a gritar. Entonces otra oficial que me recuerda, pues son muchos años de ir, me dejó pasar por donde ella, y cuando me estaban revisando llegó la oficial y el supervisor y me sacaron de ahí. Tuve que ir afuera a pagar ¢2.000 colones por uno y quién sabe si era usado o no”, concluyó.
