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Opinión

Dos vicios respetables

Quién sabe si la terrible guerra contra las drogas de la mafia y la DEA no defenderá en el fondo el lugar respetable que ya tienen en nuestro vicio el alcohol y el tabaco.

 

No es de extrañar que así sea, y que la sociedad respetable trate de conservar a toda costa sus drogas queridas y respetables, porque no hay modo de limitarlas, a pesar del daño que hacen. 

 

Cualquiera diría que el tabaco ha perdido su lugar, pero nos enteramos de que la Phillip Morris, o una de las grandes, ha demandado con éxito (en los Estados Unidos) a un gobierno suramericano prohibicionista. Y ha tendido que pedir un árbitro independiente porque no puede pagar: de modo que lo dicho. La independencia es lo difícil.

 

Y no digamos ya del tamaño que tienen sus industrias, en si mismo respetable, como lo puede decir el gobierno de Paraguay: ¡no es jugando! ¿Se imagina usted que llegara el día en que los agentes de la DEA persiguieran a los guaristas y los tabaqueros con la misma saña que a los cocaleros?

 

Yo pienso que la guerra de las drogas está perdida, porque ha pesar del gasto, el consumo ha aumentado. Y porque a México lo han convertido en un campo de batalla superior al PRI. Y porque está en ciernes ese campo tan remunerativo ilimitado de investigación científica de los neurotrasmisores, que curiosamente tiene su origen en el gas mostaza de la Primera Guerra: “quien mal anda….” 

 

De ajuste, todos llevamos adentro una versión de la heroína para protegernos de los golpes de la vida: la endorfina. Y entiendo que los gringos no pueden vivir sin el Prosac (el soma de Un Mundo Feliz) que sus médicos recetan por un quítame allá esas pajas, bien remunerados por el fabricante: se llama el mercado libre. En suma, no hay peligro de quedarse sin sus tanguarnices, alipudes, ni farolazos: solo sin su periquito.

 

La vida es dura, y la del mercado más, porque demanda competencia, que es aporrearse mutuamente. ¿Quién se atreverá entonces a privar a la pobre gente de su soma? Más bien podemos esperar que al gobierno le convenga que la gente se lo pase pigiada, y que ponga estancos para distribuir la droga oficial. “Vengo por mi farolazo”.

 

A menos que nos inventemos otra forma de vivir, no veo ningún chance de controlar la droga; aunque aquí se trata seguro del modo de vivir de los agentes de la DEA.

 

PERIODISTA: José Calvo

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Martes 07 Julio, 2015

HORA: 12:00 AM

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