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Opinión

Hay que hacer una limpia en el OIJ

Editorial

La muerte de un oficial del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) la semana trasanterior, durante un ejercicio policial en la Universidad EARTH (Escuela de Agricultura de la Región Tropical Húmeda) en Guácimo, Limón, debe investigarse hasta la últimas consecuencias, dejando de lado el argollismo y el ocultismo que imperan en esa institución.

 

Un informe preliminar de la Oficina de Asuntos Internos de esa dependencia judicial indica, y fue confirmado por los jerarcas, que el entrenamiento debió haberse suspendido por el mal tiempo que imperó en la zona, aunado a otros factores de descuido y negligencia. 

 

Si bien este es un documento preliminar, todo apunta -como lo dijeron otros agentes judiciales y la propia familia de la víctima- a la falta de organización que existe en la policía judicial, pero también a la irresponsabilidad en el trato y manejo del personal, arriesgando su vida. 

 

Pero lo anterior no es cuento nuevo. Hace un par de años el OIJ se vio envuelto en una serie de cuestionamientos por darles a sus policías chalecos con garantías vencidas o bien que no cumplían con las normas de seguridad requeridas para tales trabajos.

 

Siendo esta determinación casi un acta de defunción para aquellos hombres y mujeres que por mandato del Estado salen a cuidar a los costarricenses cada día.

 

Tampoco los agentes del OIJ tenían un chaleco asignado, pues no había capacidad para dotarlos a todos, la institución no hizo las inversiones necesarias para comprar tales equipos y se jugaba el chance de que alguno fuera abatido a balazos, como posteriormente ocurrió en un enfrentamiento con un miembro del crimen organizado.

 

El asunto va más allá de la falta de equipo, es tal la maquila de agentes judiciales que levantaron que el curso básico policial fue reducido de un año a seis meses, tiempo que muchos expertos han indicado es insuficiente para adiestrar a policías represivos, que arma en mano deben vérselas con organizaciones cada vez más capacitadas.

 

Y no se trata de descalificar a los profesionales que se desempeñan en el OIJ, por el contrario, es darles un aplauso por valientes, pues los jerarcas se preocupan cada vez menos por capacitarlos, por mejorar sus condiciones laborales. 

 

Hay exceso de trabajo, no pagan horas extra, las vacaciones de algunos superan hasta los cinco meses y la atención profiláctica es una utopía. Esto es desde todo punto de vista un abuso institucional que debería ser visto por el Ministerio de Trabajo en su función de ente rector.

 

En el Organismo se sabe por boca de los propios trabajadores y los sindicatos que hay más caciques que indios y existen jefaturas que se toman atribuciones y potestades que el puesto no les confiere.

 

La dirección, la subdirección y las oficinas de investigaciones criminales y planes y operaciones saben que muchos de sus subalternos sufren acoso laboral, sexual y represión. Tenemos el ejemplo de un exjefe que fue retirado por orden de quien fue el presidente de la Corte, Luis Paulino Mora, tras conocer un informe sobre su tiranía.

 

Nadie se explica cómo es que el OIJ sabe de un jerarca con este tipo de comportamientos, que acusaron por déspota y cuya delegación fue calificada como insana organizacionalmente y sigue ahí, postulándose a los cargos más altos. 

 

Qué están haciendo los señores magistrados de la Comisión de Enlace y el Consejo Superior para ponerles un alto a tales situaciones, para hacer un llamado de atención ante irregularidades que se vienen dando desde hace un par de años.

 

Como ocurre en todo trabajo, los errores tienen sanciones administrativas y penales si fuera el caso, y deben ejecutarse por más amistad que exista de por medio. 

 

Es ininteligible cómo cada error, cada negligencia ha sido casi que perdonada a quienes ejercen el poder en algunas dependencias judiciales.

 

La muerte de este joven trabajador no debe quedar impune y la jefatura que osó dar las órdenes también tiene que conocer las consecuencias de sus actos.

 

Así también sobran déspotas en el OIJ, hay quienes están haciendo uso y abuso del poder, maleando delegaciones, unidades ante la vista y paciencia de otros. Eso parece ser disculpado, mientras el personal cada día trabaja desmotivado.

 

No puede ser que haya denuncias por acoso en abundancia -y DIARIO EXTRA lo dio a conocer, pues tienen el récord por tales hechos en la administración pública- y los responsables sigan sentadotes en sus sillas, riéndose de los empleados y maniatando la gestión.

 

Definitivamente a la policía judicial hay que lavarle la cara y urge sacar las manzanas podridas.

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Martes 02 Junio, 2015

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