En el pleno centro de San José hay un personaje. Lo bautizamos como El Señor de los Billetes. Es Gerardo Suárez, quien desde hace 7 años por pura casualidad se dedica a comprar y vender billetes y monedas de todo el mundo.
Entrar a su local es como meterse en el túnel del tiempo pues empiezan a aparecer en nuestra mente imágenes casi olvidadas.
De entrada nos topamos con uno de los billetes más bellos del mundo, según muchos expertos, el de ¢5 de Costa Rica. Después nos llamó la atención gran cantidad de boletos con los que pagaban a los cogedores de café y hasta estampillas.
“Aquí vienen de todos los lugares del país, traen billetes y monedas que no necesitan y se los compramos, igual los vendemos. Hay tanto nacionales como extranjeros. Tenemos cualquier billete del mundo. La idea nació porque en San José no había un negocio especializado en esa rama. Nos pareció una forma de ayudar a los que ya no los quieren y venderlo a los que lo necesitan. Aquí vienen también coleccionistas a ver qué es lo nuevo que ha llegado”, explicó desde su negocio, ubicado 150 metros norte de las oficinas centrales del Banco Popular.
SACÓ DEL ALCOHOLISMO
A UN HOMBRE
Cuenta como anécdota que una clienta le contó que su esposo desde que colecciona papel moneda dejó su vida de tomador, pues siempre andaba alzado, de cantina en cantina. “Esto está de moda porque coleccionar aleja a las personas de los vicios. Una señora nos contó que el esposo todas las noches iba a tomar guaro y se metió a coleccionar. Ahora llega a la casa con las monedas que compró y se pone a acomodarlas. Cambió su estilo de vida y ya no se arriesga”.
100 COLONES O HASTA 1 MILLÓN PARA COMPRAR
En La Casa de la Moneda, como se llama el local, lo más caro que hay es un billete de ¢10 de Costa Rica, llamado entre los conocedores un Walter Field. Es el que aparece en la fotografía de este por haber sido presidente del Banco Internacional de Costa Rica. Estamos hablando de 1916. “Es caro porque en ese tiempo en Costa Rica circulaban las monedas de ¢10 y eran de oro. A una persona no le interesaba guardar un pedazo de papel, sino una moneda de oro. La gente guardó monedas y no billetes. El más barato es un billete de Nicaragua de un centavo de Córdoba, vale ¢100”.
En total dice tener de más de 200 países. Facilitó el número 8969-8577, para quienes lo quieran contactar.
Entre otras cosas también cuenta con fotos, estampillas y boletos de café. Estos últimos son los que los dueños de las fincas les tiraban dentro del canasto a los cogedores cada vez que llegaban a medir y entregaban una cajuela, media o hasta un cuartillo. Los hay de plástico, metal y de papel. Cuenta que el cogedor “iba a la pulpería o al comisariato y compraba el diario u otras cosas con esos boletos. El dueño de la pulpería iba el sábado a donde el finquero a cambiarlos por dinero. Fue un método de pago. Hay boletos de 1890”. También se le entregaba cada día a la hora de la medida y el patrón pagaba en efectivo el sábado contra boletos.
Los que más cuestan conseguir son los de Costa Rica, en especial uno en el que aparece el expresidente tico Alfredo González Flores.
Los más grandes son los que vienen de Rusia y los más pequeños los de China y Mongolia.
Tiene el cuidado de meter las monedas en cartoncitos con plástico y los billetes en unos sobres especiales.
PERIODISTA: Alejandro Fonseca
CRÉDITOS: Fotos: José Venegas, corresponsal.
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Viernes 08 Mayo, 2015
HORA: 12:00 AM
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