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Nacionales

“Pasé de peligroso comunista a defensor de la burguesía”

Luis Guillermo Solís, a un año en la Presidencia:

Luis Guillermo Solís dice que para algunos ha pasado de ser un peligrosísimo comunista a un defensor a muerte del neoliberalismo

“Con Costa Rica no se juega”, “el Gobierno del cambio”, “no es lo mismo verla venir que bailar con ella”, son las frases célebres que Luis Guillermo Solís ha popularizado como anuncio propio de una gestión diferente, muchas evolucionadas en memes a los que el mandatario no presta atención. Su administración fue elegida por 1,3 millones de ticos, de la cual se confiesa parcialmente satisfecho a un año de una Presidencia que no esperaba ganar.

 

El presidente Solís atendió a DIARIO EXTRA en su despacho la tarde de ayer para conversar sobre su gestión, lo satisfecho que se siente aún en medio de las críticas y cómo cree que la lealtad es fundamental en la política, pese a haber sido golpeado en los últimos meses por los dimes y diretes de gente muy cercana.

 

Solís considera que el país está en una etapa de evolución política, que el tico no come cuento y sabe, a pesar del ruido, que hay cosas que se están haciendo bien; habla de la salida de Melvin Jiménez, su amigo, profesor y consejero, de la lealtad política y de los sectores cuyos intereses se ven amenazados porque él no tiene compromisos políticos.

 

Afirma que no aspira a una reelección, resalta la tranquilidad que vive el país y enumera muchas cosas que han cambiado en la sede del poder tras su llegada.

 

“He pasado de ser un peligrosísimo comunista, a un defensor a muerte del neoliberalismo y la burguesía costarricense, entonces uno se mueve en esos golpes de percepción que sectores interesados promueven, pero acá vamos caminando”, destacó con vehemencia, mientras se instalaba cómodamente en una de las sillas de su despacho. 

 

 

¿Cómo evalúa el primer año de gobierno, teniendo en cuenta las opiniones que ha generado?

 

- Me siento muy satisfecho con lo que se ha realizado hasta el momento, no estoy enteramente satisfecho porque el mandato con el que me honra el pueblo costarricense es de 4 años no de uno, por lo tanto espero concluir con las obligaciones que me asignaron hasta el año 2018. Evidentemente el proceso de cambio ya se inició, puede encontrar muchos ejemplos de ello, pero en conjunto transformaciones que en conjunto espero que den una dirección diferente a la política costarricense y a muchos de sus procedimientos requiere más tiempo.

 

Personalmente me he sentido muy honrado, pero también muy satisfecho porque sigue habiendo una expectativa de cambio muy fuerte en la ciudadanía, también hay una gran comprensión por parte de las personas de que los problemas que hemos encontrado son muy grandes y desde ese punto de vista, creo que la lucidez del pueblo costarricense me ha sorprendido muchísimo.

 

El pueblo de Costa Rica no come cuento, todo el ruido que se encuentra en redes sociales o en algunos sectores de los medios de comunicación no refleja, creo yo, esa sensatez de la gente de a pie que sabe que estamos frente a un dilema inmenso, que los desafíos son muy grandes y para cambiar las malas prácticas y las estructuras que son ineficientes y la corrupción que todavía queda en el aparato estatal requiere más que buena voluntad. Ha habido errores que no tengo problema en admitir, pero en un sentido general yo me siento contento de lo que se ha hecho en los últimos 12 meses.

 

Hay 16 miembros de sus nombramientos que han dejado el Gobierno, usted parece tener ideas muy grandes que no se han logrado materializar. ¿Le ha faltado rodearse de gente más capaz?

 

- Ninguna de las personas que se ha ido lo ha hecho por cargos de corrupción, no se ha ido por incapacidad, algunos se han ido buscando nuevos horizontes profesionales, como el ministro de Seguridad Pública (uno de los más exitosos de las últimas administraciones porque no solo conmigo sirvió). Otros se han ido por razones personales, no se puede decir que la causa fue incapacidad, ineptitud o porque carecen de las condiciones adecuadas o incompatibilidad con los proyectos de mi administración, la pregunta que habría que hacerse es cuántos no se han ido.

 

En un gobierno cualquiera, el mío no es la excepción, hay cerca de 300 mandos que se requieren para gobernar en cargos de confianza, por cada uno de los que se fueron hay más de 70 que no se han ido. En ese sentido, la ruta está clara, cuando anuncié la recomposición del gabinete previo al 1 de mayo, siempre se corría el riesgo de que el cambio tuviera que ser integral, que tuviera que pedir la renuncia a todos los ministros. No ha sido así, los cambios serán pequeños, respecto a los jerarcas que permanecen en sus puestos.

 

¿Qué costo tiene para la administración y los ticos estar haciendo estos cambios?

 

- También se paga una factura si no se cambia a alguien que ya ha cumplido su ciclo político, por ejemplo haber mantenido a Melvin Jiménez después de un año tan intenso como el que tuvo que soportar con una gran cantidad de quejas de recursos, situación que yo defendí durante todo ese año, haberlo mantenido más tiempo amenazaba con generar una crisis de gobernabilidad mayor para la administración y para el país; entonces creo que tiene un costo político positivo en el sentido de que su salida (de Jiménez) ofrece condiciones para recomponer la condición de las relaciones con la Asamblea Legislativa y con otros sectores del país.

 

Ahora un ministro de Comunicación (que llega) nos ayuda a dejar de pagar el costo político de no tener una política de comunicación articulada, que reconozco es uno de nuestros grandes errores cometidos durante este año.

 

Creo que un ministro carga con un gran costo político si se va o se queda por las razones equivocadas, pero cuando las razones correctas sobran, más bien le da un aire positivo al gobierno, le permite recomponer y seguir para adelante con más fuerza.

 

¿Se ha sentido traicionado o desilusionado con alguno de sus ministros después de que los respaldara con lealtad, se sintió desmotivado?

 

- No, por varios razones: todos cometemos errores de juicio, destemplamos las declaraciones, nos enojamos de vez en cuando de manera indebida, pero hay que mirar el conjunto de la obra realizada y en el caso de quienes han dejado la administración, por diferentes motivos, lo que veo es un trabajo bien hecho; que pudieron haberse dado declaraciones un poquito distintas, que pudieron haberse esperado más para articular mejor la salida, que a lo mejor fueron imprecisos, son cosas que pasan en política, pero no les atribuyo mala fe ni falta de cariño porque muchos me lo han dado a lo largo de este tiempo.

 

¿Cuánto le cuesta al Presidente no contar con la confianza y la consejería de Melvin Jiménez?

 

- Hay pérdidas y ganancias, esto es como un balance contable, se pierden unas cosas y se ganan otras, la partida de Melvin nos obliga a hacer un esfuerzo muy particular con los sectores sociales, con los que él siempre ha tenido una relación privilegiada, soy consciente que el flanco social es uno de los que requiere una atención y una sensibilidad especial, este ha sido un año en el que no hemos tenido grandes conflictos sociales, incluso en momento de mucha tensión como el que vivimos en la toma de los muelles de Moín ante los proyectos de APM (Terminals). Creo que ahí debo poner atención porque Melvin atendía esa sensibilidad de manera particular. 

 

Es mi amigo, lo sigue siendo. Durante el tiempo que sirvió en el Gobierno fue mi mano derecha, por lo menos una de ellas, porque un gobernante tiene muchas manos derechas y muy pocas izquierdas. Él era el palito de los enredos del Presidente, igual que lo será Sergio Alfaro, ahora que es nuevo ministro de la Presidencia, es lo que les toca como coordinadores del gabinete.

 

¿Don Melvin lo seguirá asesorando en temas delicados?

 

- Estoy seguro de que lo podría hacer, igual que muchos amigos míos, a quienes puedo preguntar pero no como una fuente permanente de referencia, su trabajo en el Gobierno concluyó y aunque puedo beneficiarme de sus opiniones no lo será, nunca, ni con la frecuencia, ni con la intensidad, ni en el ámbito que tenía cuando era ministro de la Presidencia.

 

¿Mantener a Jiménez durante el primer año, a pesar de los señalamientos, afectó al Gobierno?

 

- Podría haber llegado a afectar la gobernabilidad, es un juicio tan subjetivo como cualquier otro, pero no creo que durante el primer año sufriéramos ese fenómeno. En materia económica el país ha estado estable en los últimos 12 meses, en buena medida eso se da por las decisiones de política pública que se adoptaron durante este año a pesar de todas las críticas que hemos recibido de sectores empresariales y productivos; en esa materia, la presencia de Melvin no afectó de ninguna manera más bien suma para efectos de mantener una estabilidad.

 

En temas de seguridad nacional el país fue sumamente exitoso, el año pasado recogimos más de 30 toneladas de cocaína, más de $30 millones en efectivo, si bien es cierto hay que reconocer al exministro Gamboa, parte de ese éxito, lo cierto es que hay un Consejo de Seguridad del cual el Ministro de la Presidencia formaba parte, con estos ejemplos no creo que haya habido una ponderación negativa de la participación de Melvin, por eso lo defendí, no solamente por una lealtad ciega a un amigo, que es importante la lealtad política, creo que sus logros y sus aportes fueron mayores que sus equivocaciones.

 

¿Qué o quién cree que está detrás de las presiones que sufre el Gobierno, mismo que usted ha señalado complicado, hay intereses de por medio?

 

- No sé quiénes, porque en esto es como preguntarse quiénes son los que están detrás del ruido que hay en redes sociales, hay altos niveles de anonimato en esto que son complicados de manejar, presiones sin duda, pero hay unos sectores que sienten que el cambio va y que sus intereses pueden ser afectados, eso no tengo duda, porque los estamos afectando. 

 

Tantos sectores que están enquistados en el aparato del Estado burocrático, esos mandos medios, pocos por cierto, sectores que ven que sus intereses están amenazados, no todos, hay grupos de orden sectorial, gremial, a los cuales no les gusta un gobierno más autónomo y que no se siente atado, como estaban otros gobiernos por convenciones de décadas, que estaban ahí parados o por entendimientos de tranquilidad a cambio de prebendas que nosotros no auspiciamos; entonces yo estoy clarísimo de que hay una gran resistencia que se está viendo en muchas de estas expresiones.

 

Quise escribir un artículo, ¿para qué tanto brinco si el suelo está parejo?, un dicho que mi abuelo usaba mucho, veo que el suelo está parejo en lo político, en lo social, en lo político como el que se ve cuando mira redes sociales o la prensa (algunos sectores de los medios de comunicación), uno ahí se encuentra que hay diferencias, es cierto que somos un gobierno distinto, yo no me comporto como otros presidentes anteriores, tengo una relación distinta con los factores de poder.

 

Cuando estaba en campaña me decían que yo no iba ser presidente porque no tenía ese fuego que consume a los políticos y yo respondía: “Tenés toda la razón, yo no quiero morir antes de ser presidente, quiero un país sosegado con un mandatario cercano, con la capacidad de ver los problemas desde otro lado”, y nosotros estamos haciendo cosas que generalmente los políticos tradicionales no hacen, por supuesto, es natural que se desconcierte la gente. No es usual que el Presidente de Costa Rica no aspire a ser presidente después, no me interesa la reelección; le voy a servir a mi país cuatro años, nada más. La gente me dice cómo digo eso con 1 año en el gobierno, que voy a quedar sin apoyo político, yo les digo que no estoy de acuerdo, la gente debe tener claridad de cómo veo yo el poder político, hay cosas que hacemos diferentes.

 

¿Cómo cuáles? 

 

- Hemos destapado los bancos públicos para que den cuentas respecto a su salarios, estamos pidiendo que las pensiones se bajen, buscamos que los proyectos de ley se conozcan, ¿a quién se le puede ocurrir en su sano juicio poner a debate los proyectos fiscales?, no se hace en ninguna parte del mundo, solo a un gobierno como este se le ocurre poner en redes sociales, un gobierno como este para que lo vean y comenten, eso produce incertidumbre y sorpresiva, pero esa es la forma como estamos haciendo las cosas. 

 

No es lo mismo verla venir que bailar con ella. ¿A un año de Gobierno siente que pudo bailar la piecita o cree que necesita clases?

 

- No. La curva de aprendizaje ya se pagó, eso no quiere decir que no tenga uno que aprender más cosas, sería mentir, pero tengo mucha mayor claridad de los nudos que impiden que se manejen las cosas, por ejemplo, mis ministros han sido convocados 98 veces a la Asamblea Legislativa, estoy seguro que ningún gobierno en la historia de Costa Rica ha tenido un activismo como el nuestro.

 

Eso es un gran cambio para bien, nunca se había visto, entonces yo creo que la imaginación no da para todo, hay cosas que uno se sorprende de encontrar todavía, algunas prácticas que son absolutamente arcaicas que tiene este gobierno, como si estuviéramos en el siglo XIX. En términos generales creo que a estas alturas hay un proceso de rompimiento de los diques de la política tradicional que nosotros no hemos producido, lo produjo el pueblo de Costa Rica, quienes piensen que esos diques pueden ser contenidos y reparados se equivocan. Aquí vamos, y este es un gobierno de transición, a otra realidad política muy interesante, no necesariamente negativa para el país, pero que pasa por coordenadas distintas de las que estamos acostumbrados.

 

¿Se ha querido desacreditar su gestión en temas privados y de su personalidad?

 

- Yo no ando con poses, soy más o menos el mismo, guardo las formas necesarias, cuando estoy en una reunión internacional no me siento en piso para tomarme fotos con los chiquitos como cuando estoy en Upala. No soy un hombre guapo, no pretendo serlo, soy pelón, tengo ojeras y me siento cómodo con eso, estoy un poco más gordo de lo que debería, estoy haciendo ejercicio, los memes no me atormentan es parte de la cultura mediática de estos días; sí me atormenta que mientan y que digan cosas que no son ciertas, de mi vida privada, o de mi familia, cuando uno miente para confundir a la gente comete un pecado social. Me molesta porque afecta a personas a quienes quiero y no deseo afectar.

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Martes 28 Abril, 2015

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