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Opinión

Las cooperativas no quiebran, solo se arruinan

La Ley a su alcance

CONSULTA: Tengo un capital en una cooperativa a punto de quebrar porque se robaron toda la plata y está intervenida. En caso de quiebra, ¿qué defensa tengo ya que dicen que el Estado no es solidario en estos casos y los asociados están a su riesgo?

RESPUESTA: La quiebra es un procedimiento judicial, que se aplica a los comerciantes individuales, o a las sociedades, que por definición del artículo 5 del Código de Comercio, todas las sociedades son comerciales.

Las cooperativas, para empezar, no están clasificadas como comerciantes, aunque aquellas que se dedican a vender productos, y más las que entraron en el mercado financiero como captadoras de recursos y prestamistas, tienen las características de cualquier comerciante, pero la ley les niega ese carácter.

Como cualquier administración de capital, el asunto va bien cuando existe un patrimonio base, y una actividad de flujo de capital que permite pagar la administración, alquileres, sueldos, deudas, intereses, servicios públicos, con la ventaja de no pagar rentas ni otros impuestos. 

Los problemas financieros empiezan, no en las cooperativas, sino en la simpleza de la economía doméstica, pues rigen las mismas reglas de la lógica, al gastar más de lo que ingresa. Las cooperativas tienen una autoridad máxima, constituida por quienes más plata han invertido, y es la Asamblea General. Este organismo, a menudo se confunde con los intereses del Consejo de Administración, y se empiezan a restringir las entregas de dividendos e inversiones, porque los dineros que entraron se invirtieron mal o desaparecieron. Por ahí se hizo famosa una cooperativa en la provincia de Cartago, porque prestaba cualquier suma, mediante el pago de comisión al gerente. Por supuesto, esta cooperativa no aguantó el desagüe. El caso de su cooperativa es una reiteración de una supuesta pérdida de patrimonio, que ronda los dos mil ochocientos millones de colones. Ese dinero no lo pondrá el Gobierno, ni nadie. Tampoco la intervención rendirá efectos, más allá de señalar algunos culpables, que tal vez enfrenten una causa por administración fraudulenta o estafa. Como se trata de una entidad privada, el Estado no es garante de la pérdida de sus dineros. 

Mi recomendación más sana, la conoce nuestro agricultor: mano al Cristo, y mano a la chuspa: el asociado debe estar a la par del proceso, nunca enviar a otra persona para que averigüe o lo represente, para que pueda saber por dónde anda la procesión, se oponga a lo negativo, y apoye lo de su interés. La intervención, según se prolongue en el tiempo, consumirá parte del patrimonio que haya quedado, y en el mejor de los casos, al asociado se le devolverán unos cuantos centavos, por cada colón invertido.

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Viernes 17 Abril, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Luis Gerardo Morales

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