Ser privado de libertad comprende un impedimento de no circular libremente, pero no es un obstáculo para quienes tienen el deseo de superarse a nivel profesional.
Este es el caso de José Rodríguez Guzmán quien lleva 19 años en el Centro Penitenciario La Reforma donde purga una pena de alrededor de 50 años.
Vivir tras los barrotes no es un impedimento para que a sus 38 años lograra llevar el curso para ser árbitro, autorizado por la Fifa y para dirigir en el torneo de La Reforma.
Pero la historia no queda ahí. Este guapileño tiene un cáncer de pulmón que con el paso de los días va acortando su vida y complicándole aún más su estado de salud. Pese a todo esto vive de manera tranquila su condena y desde lo interno del centro penitenciario conversó con El Periódico de Más Venta en Costa Rica.
¿De dónde nació esta pasión?
-Esto viene de una enseñanza de mi padre, que fue árbitro por 23 años en la filial de Guápiles, entonces como por motivos de salud dejé el fútbol y al ser privado de libertad no podía desperdiciar el conocimiento que tenía porque uno ama esto, decidí hacerme árbitro.
¿Cómo se lo toman sus compañeros?
-Es una enseñanza para mucha gente, uno es como un vocero para muchos, para que aprendan de lo que nosotros sabemos. En realidad ha sido toda una experiencia.
¿Fue complicado el curso?
-Aquí como es un mundo pequeño, no tenemos relación con nadie, más bien que venga gente de afuera y la Federación de Fútbol a ayudarnos y darnos tutorías es algo bueno. Además de haber sacado un título de árbitro es importante porque la sociedad nos está acogiendo a nosotros. Al ser privados se olvidan y no todos somos agresivos, todos tenemos un buen llevar con la gente.
Alguna jugada polémica...
-Vieras que no, yo estoy atento siempre. Inclusive hemos tenido agresiones de privados a nosotros pero en parte es porque no conocen el reglamento. Nosotros sí lo tenemos claro pero somos como voceros con ellos para que vayan conociéndolo y aprendan.
¿Le prohíben arbitrar por el cáncer?
-Claro, pero hago lo que se puede, tengo cáncer en los pulmones. Es una enfermedad degenerativa, es peor conforme pasan los días, pero yo sé que la enfermedad la tengo yo y no ella a mí.
Es un hombre luchador, ¿cuál es su sueño?
-Siempre he sido una persona luchadora a pesar que tengo 19 años de estar privado de libertad y aunque tenga una sentencia alta, eso no me va a quitar el sueño. Lucharé hasta el día en que mi padre se siente en la gradería y me vea arbitrar un partido, ahí seré feliz.
