Editorial
La buena alimentación empieza en el hogar
Cuanto más se aproximan los días para la entrada a clases, más se aumenta el estira y encoge sobre el tema de la alimentación de los estudiantes; mientras que en las escuelas tratan de que coman sano, algunos padres les atiborran el bolsito de la merienda de pura comida chatarra.
Pero sin lugar a dudas la educación y la alimentación de los niños comienza desde sus hogares, donde ven lo que sus padres y las personas que viven en sus casas consumen.
Por lo que las maestras o profesoras no le pueden pedir a un niño que coma fruta o comida sana si en su vivienda eso no lo ve ni en foto, es ahí cuando se debe conversar con los progenitores para que tomen las riendas del asunto.
Este tema no es algo antojadizo de los ministerios de Salud y Educación, no se les ocurrió solo por molestar, sino que se deriva de las estadísticas las cuales reportan que el 21,4% de los pequeños tiene sobrepeso. Con respecto a las cifras de 1996 son bastante alarmantes, pues para ese periodo el porcentaje era de tan solo 14,6%.
Por eso vemos con buenos ojos que se vaya a hacer un monitoreo de la situación nutricional de los estudiantes desde preescolar hasta secundaria, aunque estén a punto de salir.
Esperamos que no se queden solamente con los datos, sino que tomen a cada uno de los muchachos con sobrepeso o desnutrición y los ayuden a salir de este estado, ya que de nada nos sirve tener estos números si no se toman las medidas del caso para arreglar la situación.
Uno de cada cinco alumnos tiene padecimientos relacionados con la alimentación; la ingesta de calorías que hacen a diario sobrepasa las establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien indica que los menores de cinco años deben consumir 1.000 diarias y aquellos mayores de esa edad y hasta los 12 solo deben comer entre 1.400 y 1.800.
El problema afecta desde los más pequeños hasta los más grandes, en especial porque muchos de los que están a punto de terminar el colegio vienen con estos malos hábitos desde que estaban en el kínder.
El problema es que las autoridades no solo deben preocuparse del sobrepeso- que cada vez afecta más a la población infantil- sino también de la desnutrición, en el caso de los estudiantes que no tienen acceso a los alimentos, por la situación económica de sus familias.
No es un secreto para nadie que muchos niños y adolescentes se acuestan con el estómago vacío, debido a que no hay ni para arroz ni huevo, por eso muchos centros educativos velan por llevarlos hasta los comedores, para que por lo menos puedan hacer dos comidas al día.
Como padres debemos poner las barbas en remojo y enseñarles a nuestros hijos a alimentarse sanamente y lo mejor es que todo esto venga acompañado de ejercicio, pues ahora muchos desde que llegan se pegan al televisor, a las computadoras o a los juegos de video.
Tomemos en cuenta que los adultos somos el ejemplo a seguir de muchos niños y si no nos ven consumir frutas ni verduras ellos tampoco lo van a hacer, ya que creen que saben feo o no es necesario comerlas.
