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Opinión

Editorial

El bullying es un comportamiento negativo que en los últimos tiempos se ha popularizado en Costa Rica y el mundo.


Es un término anglosajón que significa intimidar y amedrentar, consiste en el maltrato, violencia, exclusión social y discriminación por parte de jóvenes matones; lesiona estudiantes que se encuentran en desventaja porque son menores, tímidos o sensibles.


Definitivamente esta forma tan abrupta y malévola de trato personal está cobrando cada vez más víctimas, las mismas que en su mayoría guardan silencio y ven cómo su autoestima y calidad de vida se deterioran aceleradamente, llevando en ocasiones hasta la muerte por causas suicidas como ha sucedido en otras partes del orbe.


Es en resumen un comportamiento tirano, ejercido por personas de corta edad que ha tomado un auge abrumador en tiempos recientes, al extremo que invade ya las redes sociales y sirve como mecanismo intimidatorio fortaleciendo el crecimiento y desarrollo de líderes negativos de edades menores.


Los centros educativos encierran paredes adentro a acosadores y acosados, esa es una realidad.


Es una problemática que pese a estar plenamente reconocida por padres, estudiantes, docentes, orientadores y directores, así como por autoridades de educación nacional, no se detiene.


No se trata únicamente de un juego de niños o niñas, es un verdadero inconveniente que pese a ser viejo conocido dentro de las casas de enseñanza carece aún de abordaje responsable y oportuno de parte de todos los actores sociales.


¿A qué nos referimos?, sencillo, el bullying es una buena parte de los casos ignorado, desacreditado y hasta promovido por algunos educadores y padres de familia, quienes tras enterarse de situaciones abusivas las consideran normales y típicas dentro del diario vivir de los menores educandos y toman medidas escasas por no decir nulas.


Lo que hoy es llamado bullying era hasta hace un par de años en nuestro país el simple juego del “gato y el ratón”, visto con total normalidad y paciencia en pasillos escolares, pero que al fin y al cabo cobró víctimas de forma silenciosa y permisiva.


¿Quién no recuerda haber sido objeto de burla en la escuela o colegio? Todos, al menos una vez en la vida, fuimos blanco del matón y tras de eso joven popular del centro educativo, cuya conducta ya era habitual para los docentes y para las mismas víctimas y por ende minimizada desde todo punto de vista.


Bueno, en el tiempo poco de eso varía, y los estudiantes agresores son hoy la misma cosa, pero el modus operandi evoluciona y las víctimas siguen viviendo un estado de indefensión aún y cuando las autoridades estudiantiles locales y nacionales emitan protocolos específicos para abordar el tema. 


El planteamiento del bullying en Costa Rica se limita a un panfleto de escasas seis páginas (contando la portada) y de las cuales apenas una de ellas contiene algunas medidas de socorro inmediato para los alumnos con mayor riesgo de ser victimizados.


El documentos es la única guía escrita que oficialmente entrega el Ministerio de Educación Pública (MEP) a sus colaboradores para sofocar el problema que crece rápidamente en el sector educativo, tanto privado como público.


Pero, ¿quién instruye a los padres y a los propios alumnos?, el asunto debe ser tratado de forma íntegra pues poco podrían hacer unas clases adentro si los afectados y sus familias no saben identificar el problema y colaboran para solucionarlo más allá de una simple queja administrativa.


Veamos, es complejo pues ante el desconocimiento de las partes se incurre en errores.


Un padre, una madre o un encargado tendrá algunas dificultades para comprender que su hijo o hija podría ser un agresor, igualmente un afectado, por ello se hace estrictamente necesario educar a todos.


Lo mismo sucederá con los estudiantes, el acosador en su conducta y la víctima poco podrán solucionar el bullying si no son instruidos y acompañados profesionalmente en el proceso.


Los centros educativos también, los docentes y personal administrativo deben estar en condiciones de identificar hechos anómalos e irregulares y de inmediato abordarlos para evitar tensiones.


Hoy apenas estamos en pañales, el bullying penetra los salones de clase sin que haya soluciones contundentes.


Estamos frente a un comportamiento nocivo y respaldado por la negligencia social, que pese a estar normado sigue siendo excesivo y las acciones tendientes a minimizarlo resultan pocas e insignificantes.

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Sábado 08 Junio, 2013

HORA: 12:00 AM

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