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Opinión

La trampa de los extremismos

Los horrendos e injustificables actos terroristas perpetrados en París el pasado 7 de enero han vuelto a reavivar el debate sobre la integración de los musulmanes en los países occidentales, así como la relación entre el Islam y la violencia. Lamentablemente, muchas de las discusiones generadas, así como el enfoque que buena parte de la prensa le ha dado a estos actos, no hacen más que reproducir explicaciones simplistas y prejuicios que solo contribuyen a radicalizar las posiciones. No es entonces extraño que esos hechos de violencia sean instrumentalizados por los sectores más extremistas. Por un lado, los movimientos y partidos islamófobos de extrema derecha como el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen en Francia o el movimiento PEGIDA de Alemania, que presentan al Islam como un todo monolítico, inherentemente violento y una amenaza directa a Europa y “sus valores”. De otro lado, por los propios grupos yihadistas, cuyas acciones son parte de una estrategia de polarización de la opinión pública que busca reavivar una “guerra mundial”, que se libra a lo largo de líneas culturales y religiosas y que les convierte en “mártires".


Estos ataques terroristas, al igual que otros ocurridos en el pasado, pretenden provocar represalias como parte de un conflicto asimétrico en el que un individuo o un pequeño grupo logra aterrorizar a una nación, capta la atención de los titulares de la prensa mundial y provoca la exacerbación del discurso anti-islámico y crímenes de odio contra musulmanes, como el ataque a mezquitas y otros lugares representativos de la fe islámica o la cultura árabe.


Al igual que otros movimientos ideológicos marginales, los yihadistas buscan representar a una gran comunidad, aunque esta en realidad rechaza tanto su ideología como sus tácticas. De ahí que enfrenten tantas dificultades para reclutar nuevos adeptos entre la población musulmana francesa, posiblemente la más secular del mundo. Según una encuesta de Gallup llevada a cabo en París, donde se concentra la mayoría de los musulmanes franceses, el 73% de estos se considera como “leales a Francia” y sus instituciones y una gran mayoría piensa que la violencia no es una respuesta legítima para defender una causa.


Es por esto que la estrategia yihadista busca en primera instancia provocar a las sociedades occidentales a sobreactuar, cometer excesos y demonizar a toda una colectividad, y después, incitar a los musulmanes a hacer lo mismo. Esta dinámica de confrontación amplía los espacios psicológicos para las actitudes extremistas y, eventualmente, posibilita aumentar la militancia de organizaciones como Al-Qaeda o el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) entre los sectores musulmanes más alienados.


¿Cómo entonces frenar una espiral de desconfianza, odio y violencia? Caer en la trampa de los extremistas e invocar “cruzadas” o “guerras contra el terror”, como las planteadas poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, supondría repetir los mismo errores que han terminado sembrado el caos en Medio Oriente y radicalizando aun más a los musulmanes.


Equilibrio. De cara a los ataques contra el personal de la revista Charlie Hebdo, parece necesario llegar a un equilibrio entre el uso razonable y responsable de la libertad de expresión y la necesidad de fortalecer el respeto y el diálogo entre las religiones, como bases de la convivencia. Hay 44 millones de musulmanes en Europa, la mayoría de los cuales tiene un arraigo permanente en ese continente. Se trata de una realidad ineludible. Al respecto, constituye un hecho positivo el pronunciamiento de la Canciller Federal Angela Merkel, quien afirmó recientemente que el “Islam es parte de Alemania”. Una actitud que debería ser asumida también por todos los sectores políticos europeos genuinamente comprometidos con la paz y la tolerancia.


Finalmente, es necesario restar legitimidad simbólica a la violencia yihadistas. Los terroristas, casi siempre carentes de un conocimiento profundo de su propia religión, deben ser tratados como criminales y no como representantes de una fe practicada por 1600 millones de personas y cuyos textos sagrados condenan abiertamente el terrorismo y el asesinato de inocentes.

 

*Profesor UCR

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Martes 20 Enero, 2015

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Sergio I. Moya Mena

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