Heredia.- Cada vez que juega el Herediano se queda sin uñas, más si se trata de una final. Luis Cascante tiene 19 años de ocupar el puesto de tesorero de la institución rojiamarilla. Es el encargado de pagar las cuentas y echarle el huevo a la planilla cada mes.
Desde 1995 ha estado en varias finales con el Team, en la mayoría cosechó derrotas y golpes fuertes, pero celebró con todo los títulos ante Santos y Cartaginés. “Lucho”, como lo conocen en el club, es de los empleados más viejos del Herediano. Le tocó vivir las dos caras de la moneda en el equipo, tanto en lo deportivo como en lo administrativo.
Sufrió en carne propia las finales perdidas ante Saprissa (2), Liberia Mía y Alajuelense (5). En esos momentos dejó de ser tesorero para consolar a varios jugadores y hasta compañeros de la parte administrativa.
En su puesto vivió la época de vacas flacas, cuando no tenía plata para pagarles a los jugadores, quienes hacían fila en su oficina para que les diera aunque fuera un adelanto, o atender las llamadas incesantes de los proveedores cobrando. “Pasamos momentos con la administración anterior muy duros porque los recursos no se estaban administrando de la mejor manera, las políticas que se tenían no eran las mejores, entonces se venían los atrasos de salarios”, comentó a DIARIO EXTRA.
Agrega que esos momentos oscuros económicamente sirvieron para que el plantel se uniera hasta formar una familia sólida. Por eso no tiene duda que el sábado los jugadores lo darán todo en la cancha para buscar la remontada.
TIENE FE
Él es uno de los muchos heredianos que creen en la remontada. “Lo comparo con la final ante Cartago, es la misma situación, veníamos con un 2-0. El día siguiente al partido la verdad es que viene uno muy golpeado, pero conforme van pasando los días la gente se va inyectando otra vez, usted ve la gente en la calle con la camisa. El equipo perfectamente puede remontar”, agregó.
Cascante dejó por un rato sus tareas para conversar con El Periódico de Más Venta en Costa Rica y declarar a los cuatro vientos el amor que le tiene a la institución.
“Al principio uno es más aficionado, más fanático, ya luego como se es parte de la organización se ve diferente, pero se sufre igual o más. A veces en la administración nos decimos que damos el 100% y algunas veces en la cancha no se refleja, como nos ha pasado en otros años, que el equipo se ha visto relativamente mal”, añadió.
De los recuerdos que acumula no puede olvidar las veces que le tocó perder una final, por lo que espera que esa imagen no se repita el sábado.
“Cuando nos ha tocado perder nos consolamos entre todos porque es durísimo, cuando se pierde una final queda como un silencio sepulcral, usted no oye a la otra gente celebrando y entre los mismos nos apoyamos”, indicó.
El día del partido estará atento a las labores de logística y de la boletería, pero a su vez tendrá un ojo puesto en la cancha, con el corazón en la mano y comiéndose las uñas, pero con la confianza de que el equipo sacará la tarea.
