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Opinión

El espejo de México

La tragedia de Iguala, tiene atrapado a México en una de las crisis más profundas de su historia. Iguala significa la alianza del narcotráfico con los políticos y, además, el asesinato como instrumento de poder. En la búsqueda de los 43 estudiantes asesinados, con estupor la sociedad mexicana se ha encontrado frente a muchas otras tumbas colectivas, de cientos de hombres y mujeres asesinados por el narcotráfico. Una verdadera pesadilla.

 

México está a punto de estallar. Frente a ese cuadro aterrador, ni las visionarias reformas del Presidente Peña Nieto en materia energética, son suficientes. La sociedad mexicana reclama una reforma integral de la política y del Estado, de la policía, de la seguridad jurídica, de las relaciones entre el sector público y la sociedad civil, de la defensa de los derechos humanos fundamentales y el derecho a vivir en libertad, sin miedo, en paz, con democracia efectiva y dentro de un Estado de Derecho. México está en la encrucijada de su destino histórico.

 

Costa Rica está en la ruta regional de la droga y es uno de sus eslabones más débiles entre los países productores al sur (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) y los países consumidores al norte (México, Estados Unidos y Canadá), con ramificaciones que, como gran centro de almacenamiento y distribución internacional que lamentablemente somos, nos conectan con el mercado de la droga en Holanda, España y Europa.

 

Que a nadie le quepa la menor duda y lo venimos diciendo desde que, el Ministerio de Seguridad Pública, incautó la cifra record de 75 toneladas de droga en menos de dos años (2006-2008). Esa cifra impresionante nos puso, como país, en contacto directo con la realidad de lo que estaba pasando realmente en Costa Rica y así hasta el presente. El tema, sin embargo, no es solo la incautación de droga en tránsito o de parte de la droga que se queda para el consumo del mercado local y para financiar la criminalidad que asesina y cobra sus violentas cuentas de muerte todos los días y que aterroriza a porciones de nuestro territorio nacional, en la zona sur y en la zona norte, en las barriadas del gran San José, Alajuela, Heredia y Cartago.

 

El problema es más grave y más profundo: es la penetración del narcotráfico y de la criminalidad organizada, a través del dinero fácil, en el tejido social y económico costarricense, sus contactos con la judicatura y con abogados, sus penetraciones en la Fuerza Pública y el OIJ, sus posibles relaciones con los sectores políticos y, en general, su penetración en el Estado Costarricense.

 

Sería un grave error disminuir el presupuesto del Ministerio de Seguridad Pública para el 2015. Nuestro país necesita llegar a tener una Fuerza Pública de 20.000 efectivos profesionales, con buenos salarios y condiciones de trabajo. El enfoque de la lucha debe ser articulado con el OIJ, el Ministerio Público y la sociedad civil organizada. Hay, también, urgentes reformas que hacer en la legislación penal. Si aflojamos, el país pagará las consecuencias.

 

Tenemos que vernos en el espejo de México. Lo que está en juego es el destino de nuestro sistema democrático y de Costa Rica. Así de fundamental.

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Jueves 27 Noviembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Fernando Berrocal Soto

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