Editorial
El sistema de salud costarricense es uno de los más completos de Latinoamérica, desde su formación se ha centrado en evolucionar teniendo como base la sociedad a la que sirve, de ahí que sea importante reconocer uno de sus logros más innovadores; incluir a las parejas homosexuales en los seguros de salud.
La reforma en los artículos 10, 12 y 13 del Reglamento de Salud, permite la igualdad de condiciones. El anuncio, publicado en el Diario Oficial La Gaceta, básicamente es lo mismo que hacen miles de parejas costarricenses heterosexuales, cada trabajador que paga sus obligaciones a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) tiene derecho a asegurar a su pareja.
En América Latina solo Uruguay y México, y ahora Costa Rica, pueden presumir de una equidad de tal magnitud en este aspecto, aunque sea solamente cumplir con las obligaciones que tenemos como sociedad de romper paradigmas establecidos en épocas convulsas.
Se trata de un hito más en la historia costarricense que se suma, entre otros, a la abolición del ejército, su sistema educativo, el respeto a los derechos humanos, crecimiento en calidad de vida y la diplomacia como una herramienta para resolver sus conflictos.
El aseguramiento de todos los habitantes, sin discriminación de su orientación sexual, se ve empañado por un comportamiento completamente confuso y errado en el tratamiento de las consultas de los adolescentes por protección para sus relaciones íntimas y métodos anticonceptivos.
Resulta que los médicos refieren a muchachas y muchachos a atención psicológica, cuando ellos buscan asesoría para protegerse en sus relaciones homosexuales, y lo que es más arbitrario por parte de los funcionarios, es que les recomiendan que busquen a Dios atendiéndoles con expresiones de asco.
Un experimento realizado por la Red Nacional de Defensa y Promoción de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Reddeser) con un grupo de adolescentes, evaluó Ebais de las zonas urbanas y rurales del país revelando la necesidad de capacitación para el personal que atiende a esta población tan vulnerable.
Especialmente porque de dicha atención dependen las prácticas sexuales seguras entre adolescentes, la prevención de enfermedades de transmisión sexual y la prevención de embarazos en los que el uso de métodos anticonceptivos es vital para los jóvenes que desconocen como planificar una familia, si es que la quieren.
Del análisis se desprende la urgente necesidad de que las autoridades de salud intervengan para que los médicos, en su atención no solo dejen de expresar prejuicios que discriminan a sus pacientes en momentos de importancia clave para su vida, también para que sean responsables desde toda perspectiva en las respuestas que brindan.
El tratamiento y la atención a la sexualidad adolescente les compete además al Ministerio de Educación Pública, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) y a la Defensoría de lo Habitantes, para garantizar la eficiencia de un tema tan delicado.
La atención de los médicos en los Ebais, igual que el seguro en las parejas homosexuales, deben evaluarse periódicamente y aumentar la capacitación para que todos los ciudadanos que pagan un seguro reciban los beneficios sin ser discriminados, en un sociedad que siempre ha presumido de su humanidad y aspiraciones de equidad en todo sentido.
Le corresponde al Estado costarricense, personalizado en sus jerarcas y funcionarios, hacer que el sistema mejore cada día y evolucionar en el tratamiento que da a sus habitantes.
