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Opinión

Racismo del siglo XXI

El resurgimiento actual de los partidos políticos europeos abiertamente racistas debe preocuparnos seriamente. Los ataques raciales que ha recibido la ministra de Integración italiana, Cecile Kyenge, las posturas políticas en contra de los marroquíes en Holanda, la prohibición de construcción de torretas en las mezquitas en Suiza, los movimientos antiinmigrantes en Francia y el surgimiento de agrupaciones nazis en Hungría, entre otros muchos ejemplos, es altamente nocivo, tanto para Europa como para el mundo entero.


Hablamos de un racismo añejo, de larga data, que ahora hace uso de las nuevas tecnologías de información, de las redes sociales y de la Internet para desplegar su doctrina de odio, prejuicio y discriminación. Esto es quizás lo más preocupante.


Durante el siglo XIX e inicios del XX, cuando las ideas se propagaban mediante el contacto directo entre las personas, o a través de cartas lejanas, las ideas racistas estaban bien arraigadas en el imaginario global de los estados.


No se trataba de una mentalidad unilateralmente europea sino de una doctrina de apropiación y explotación del hombre por el hombre que tenía un valor claramente establecido.


Se partía del “hecho” de que efectivamente existían “razas” superiores y otras inferiores, y que las inferiores debían servir a las superiores.


Las inferiores debían ser controladas, usadas, y cuando no se necesiten desechadas.


En 1852 Costa Rica entró de lleno en la arena del pensamiento racista con la promulgación de los primeros decretos que limitaban el ingreso de chinos y negros al territorio nacional, quienes no viniesen al país con un contrato temporal de trabajo.


Después, en la década de 1860, se prohibió el ingreso de “negros, chinos, gitanos, árabes, armenios y otros grupos nocivos para el país”. Posteriormente los decretos incluyeron además a las personas con discapacidad física o mental.


Entrado el siglo XX, durante la década de 1920, el Poder Ejecutivo promulgó decretos para obligar a los gobernadores de provincia a llevar registros detallados de la cantidad de chino-costarricenses que vivían en sus comarcas, con el fin de mantener su número “controlado” y evitar su aumento. Los chino-costarricenses obligatoriamente debían empadronarse, y si no se empadronaban no recibían su pasaporte, aun siendo costarricenses.


Durante la década de 1930, cuando tantos judíos luchaban por salir de Europa y encontrar una tierra que les diese refugio, el gobierno de don León Cortés Castro emitió diversas órdenes para restringir su ingreso indiscriminado al país, tal como sucedía en gran parte del continente americano.


Posteriormente la barbarie vivida en Europa durante la Segunda Guerra Mundial en los campos de exterminio hizo ver a la humanidad hasta dónde el ser humano podía llegar con la ideología racista y se acuñó la frase “never again” (nunca de nuevo).


Tanto vivido por la humanidad, tanta dura enseñanza, que ante un descuido podemos perder, es allí donde radica el peligro de los discursos abiertamente racistas de la actualidad.


Igual que en el pasado, se trata de una ideología de explotación humana que explica las diferencias sociales y culturales entre los seres humanos con base en las diferencias fenotípicas de las poblaciones.


Constituye un pre-juicio, un juicio que se hace sobre mi persona a priori, un juicio absoluto y completo, donde se anula la posibilidad de respuesta o defensa.


Racismo y sexismo son dos caras de una misma moneda, se pre-juicia a las personas, se les masifica, se les estereotipa, se les cosifica, se les deshumaniza. No hay nada que la persona pre-juiciada pueda decir a su favor, pues el pre-juicio es total y completo, y todo lo explica por sí mismo; una ideología del poder que justifica la explotación, la exclusión y la discriminación.


La sociedad costarricense debe estar vigilante ante el avance de estas doctrinas nocivas y debemos además reforzar nuestras acciones para prevenir el fortalecimiento de las posturas extremistas de carácter raciales o sexistas.


Urge en el país una ley de prevención del racismo; urge una política de prevención de la xenofobia en el espacio laboral; urge un marco penal que sancione debidamente los actos xenófobos y racistas en la escena social, cultural y laboral del país; urgen políticas claras de inclusión de los excluidos.


Urge la equidad de trato por parte del Estado para las personas, independientemente de su orientación sexual; urgimos de un Estado moderno, justo y solidario, que se esfuerce para que cada persona tenga las posibilidades de explorar su inmenso potencial humano y que pueda libremente construir su propia felicidad.

 

*Antropólogo social - Politólogo

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Viernes 24 Octubre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Freddy Mauricio Montero M

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