Editorial
Una de las promesas del Gobierno fue la erradicación de la pobreza extrema en el país en 4 años. Para ello es necesario, como primer punto, identificar los sitios donde se concentra la mayor cantidad de personas de escasos recursos para proceder acertadamente con la asistencia social.
Con el fin de tener el panorama más claro de la realidad, el Instituto Costarricense de Estadística y Censos elaboró un mapa donde se determina que al menos en 75 distritos, alrededor del país, es donde se concentra el 65% de pobreza.
Pese a lo que se podría pensar, en el Valle Central no se encuentran los principales problemas, aunque sí hay varios asentamientos importantes, la pobreza se mantiene en la zona rural.
Esto quiere decir que las oportunidades que se siguen ofreciendo en estas cuatro provincias centrales les han permitido a muchas personas superarse y poder ir sacando adelante a sus familias.
Aunque esto no quiere decir que ahí no existan problemas.
Ahora que se tiene este instrumento, ¿cuál es el siguiente paso? Ya sabemos que al menos un 7% de la población no tienen ni para satisfacer sus necesidades básicas.
La mayoría de las familias en estas circunstancias son lideradas por mujeres jefas de hogar que viven en condiciones precarias y no cuentan con la ayuda social necesaria para salir a la calle a buscar trabajo, mientras alguien cuida de sus hijos.
Aún en el caso de encontrar a alguien que se los vea, sus salarios siguen siendo más bajos que sus necesidades.
El presidente Luis Guillermo Solís, reconoció que no es que no se supiera dónde estaban los pobres. Lo que se quería era identificar más específicamente los sitios donde hay mayores requerimientos para ubicar las ayudas sociales en estos lugares.
Este mapa no solo muestra donde está la pobreza extrema, sino también las familias pobres o con necesidades básicas insatisfechas, lo que permitirá al Gobierno concentrar las ayudas en sitios más específicos y no donde se busque ganar más votos para las próximas elecciones.
Pero este trabajo no es únicamente responsabilidad del Gobierno Central.
Las municipalidades deben jugar un papel importante en el desarrollo de una estrategia para la erradicación de este mal.
Estas son las primeras llamadas a crear mecanismos aticulados que permitan ofrecer mejores oportunidades a esta población.
Un ejemplo de ello es la transformación de los centros educativos de doble jornada a horario ampliado, de manera que las madres puedan dejar a sus hijos estudiando mientras ellas van a trabajar.
En estos centros educativos es donde se debería concentrar un importante número de becas y comedores escolares para ayudar con la carga económica del hogar.
Como este mapa se desarrolló con la información del último censo nacional, deberían identificarse la cantidad de jóvenes que viven en el área y ver la necesidad de ofrecerles un colegio, ya sea técnico o académico donde puedan finalizar sus estudios y de esta manera romper con el círculo de pobreza familiar.
Desde el punto de vista económico, existe la posibilidad de que con ayuda del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) se pueda coordinar para que muchos de estos caseríos se conviertan en barrios y se les pueda dar títulos de propiedad.
El trabajo no es sencillo, pero no se puede dilatar más; de lo contrario las cifras de pobreza irán en aumento hasta que lleguen a convertirse en un mal incontrolable.
Deben crearse nuevas fuentes de empleos, principalmente dirigidas a las mujeres.
El sistema cooperativo podría ser la solución, siempre que se cuente con la capacitación y el seguimiento necesario.
No podemos seguir pensando que las grandes transnacionales van a venir a ubicarse en estos sitios de población, para ellos es necesario crear opciones de empleo donde algunos pueden convertirse en jefes y brindarle oportunidades de trabajo a las personas de su comunidad o se creen encadenamientos que aumenten la riqueza nacional.
