El partido final del campeonato de fútbol sala, disputado en la Villa Olímpica de Desamparados, se vio manchado por el pleito que protagonizaron jugadores y aficionados de ambos equipos.
Todo comenzó cuando el árbitro expulsa a Edwin Cubillo, de Borussia, y Cristian Ovares, de Peralta, a más de seis minutos del final.
Los dos se encontraron en el pasillo que lleva a los vestidores y se dieron de golpes, lo que propició que aficionados y miembros de las dos divisas se metieran en la trifulca.
La falta de seguridad en el gimnasio fue evidente. La directiva de Borussia argumenta que respaldados por el reglamento tuvieron a tres miembros de seguridad privada en los accesos al reducto, pero poco pudieron hacer ante el mar de gente que se metió a la cancha y al túnel para hacer la gresca más grande.
"Contratamos una empresa de seguridad y a última hora se nos quitó, entonces no nos quedó más remedio que acudir a la gente que teníamos en ese momento", dijo Elieth Chavarría, tesorera de "Boru".
Agregó: "Siempre nos hemos manejado así y nunca hemos tenido problemas, pero se sabe que para este tipo de partido deberíamos tener un poco más de seguridad".
El presidente de la Liga, Rafael Vargas, fue testigo de todo lo que se suscitó.
"Me parece que faltó seguridad, pero lo que hay es una puerta nada más y la seguridad privada que puso el equipo no pudo responder. Muchas veces a la seguridad privada no le hacen tanto caso ni la respetan como a la Fuerza Pública.
Tal vez si hubiéramos tenido dos policías en el acceso a la cancha se hubiera evitado lo que se dio", comentó.
El partido fue suspendido 30 minutos mientras decidían qué hacer. Primero los árbitros pidieron sacar a la gente y que se renudara el partido a puerta cerrada, pero fue imposible.
Algunos miembros de la Fuerza Pública se presentaron y siguió la final, aunque se produjo otro conato de bronca entre los propios jugadores y los aficionados que burlaron la seguridad. Solo que esta vez la policía reaccionó rápido y paró el pleito.
