Editorial
Hoy justamente 1º de setiembre celebramos el Día Nacional de la Libertad de Expresión, una fecha para estar complacidos por el resultado de las luchas inclaudicables de seres humanos excepcionales como los costarricenses José María Castro Madriz y Juanito Mora o personajes de la talla de Gandhi, Martin Luther King, Madre Teresa de Calcuta y Rigoberta Menchú, entre otros.
Héroes de la Patria que no repararon en enfrentar a los opresores, que nunca callaron sus opiniones y murieron por la causa. Héroes que enaltecieron los derechos y promovieron libertades.
Costa Rica vive una democracia sólida, en un Estado de Derecho que enaltece a cada ciudadano y es ejemplo en el resto del mundo, ese mundo en el que cada vez hay más intentos por cercenar la expresión, el pensamiento y hasta el sentimiento.
Los ticos podemos externar tranquilamente nuestras opiniones, discutir y discernir sobre asuntos políticos, de economía, religión o preferencia sexual, pero también debemos comprender que esos privilegios tienen como límite el respeto.
Nadie puede exceder las potestades de la libertad de expresión, entiéndase que los derechos deben asumirse con responsabilidad y ejercerse en favor de quienes nos rodean para así fomentar la democracia, esa que no conoce de sobresaltos y señalamientos mal intencionados.
Pero esa libertad que hoy disfrutamos ha tenido intentos de derrocamiento, los hemos visto de cerca y desde los supremos poderes. Cómo olvidar la batalla emprendida hace apenas un año y medio cuando los diputados intentaron darle forma a la " Ley Mordaza" declarando secreto político y de Estado cualquier vaina sin importancia.
O aquel episodio del espionaje que fue de terror, cuando algunos pocos desde el OIJ y el Ministerio Público intentaron amedrentar a periodistas y con ello acallar situaciones de corrupción institucional de las cuales el tiempo nos ha dado la razón.
Aquella fue una lucha intensa contra el poder que muchos nos vaticinaron íbamos a perder, pero por el contrario primaron los derechos, reinó la justicia y ganaron los costarricenses cuando la Sala Constitucional dio un contundente no a la intervención y rastreo telefónico para husmear fuentes e información de casos de interés público que nos afectan a todos.
Imperó también la libertad de expresión cuando pudimos hacer de conocimiento general el robo de papeletas electorales y por lo cual nos criticaron y hasta nos presionaron. Pero afortunadamente esos amagos por torcernos el brazo en vez de disminuirnos nos hacen más fuertes.
La lucha por reivindicar esos derechos inalienables ha sido fructífera y tiene como fin darle a la ciudadanía información acertada, veraz y oportuna.
Hoy reafirmamos nuestro compromiso de seguir ejerciendo con seriedad este derecho y continuar siendo los soldados, de frente a los derroteros, a los incautos, a los irresponsables, a los amedrentadores. Interceptaremos los ataques encarnizados que pretenden cuando actúan al margen de la ley o bien cuando sencillamente no están de acuerdo con algún tema.
La libertad de expresión no debe sufrir agresiones, por el contrario, debe encontrarse apacible y apasionada, siendo ejercida en plenitud y sin censuras.
Debe exponerse en sus galas y fanfarronear de sus beneficios, estar enaltecida y brincarse los obstáculos de los regímenes totalitarios, déspotas y camuflados que aplastan y avasallan los ideales, la memoria de los libertadores y acaban con la dignidad de las voces de unos cuantos que no temen callarse, que disfrutan los efectos de expresarse sin reparos.
Cabe destacar que la libertad de expresión debe ser festejada, conmemorada todos los días, defendida siempre a ultranza, no importa si es mayo, julio o setiembre. No permitamos que el poder descontrolado, la ambición y el desacuerdo desmedido se apoderen de las potestades humanas.
Nos toca a todos defenderla.
