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Opinión

Editorial

Los empresarios hoteleros se encuentran muy preocupados por la nueva amenaza que se cierne sobre ellos. Se trata de un impuesto que el Gobierno está proponiendo en aplicar, pese a que el sector asegura que este nunca fue pasado por la aprobación de la Asamblea Legislativa.


Este tributo busca gravar las actividades que realizan los ticos y extranjeros cuando hacen turismo de aventura. Desde caminar por las copas de los árboles, columpiarse entre las ramas y hasta pasearse por los afluentes de nuestros ríos, es considerado por el Gobierno actual como un “gustito” que se dan quienes tienen más recursos. Para nadie es un secreto que estas actividades no solo se cobran en dólares, sino que además las tarifas son, en su mayoría, exorbitantemente más altas que en otros países de la región. De manera que esta administración ve el cobro de este tributo como una carga a los que más tienen.


Pese a que esta apreciación puede no ser del todo incorrecta hay otro aspecto que no podemos dejar de lado y es que Costa Rica se mantiene como uno de los destinos más caros para vacacionar, lo que a su vez desincentiva a quienes vienen a dejar su dinero al país. En otras palabras, encarecer sus costos se vuelve menos competitivo, comienza a cerrar puestos de trabajo y aumenta el desempleo.


Pero como las malas noticias siempre viajan acompañadas, el Gobierno realiza una jugada que dejó sobre la lona al grupo. Esta semana, despertamos con la noticia de que a partir de ahora, los empresarios turísticos dejaron de ser un sector económico, para volver a ser un subsector, como hace un par de décadas.


Fue precisamente en el Diario La Gaceta número 159 donde se publicó esta mortífera noticia para este importante motor de ingresos. El Presidente puso en aplicación del Decreto Ejecutivo número 38536-MP-Plan, el cual establece el Reglamento Orgánico del Poder Ejecutivo, en el cual se indica que le corresponderá al Ministerio de Economía y no al de Turismo la rectoría de estos temas. Lo que en otras palabras se puede traducir que tendremos un Ministro de Turismo que no tiene voz ni voto dentro del sector que supuestamente representa, porque para realizar cualquier acción, primero deberá pedirle permiso a su homólogo de Economía. ¿Entonces para qué lo nombró el presidente Solís y le seguimos pagando un salario de nuestros bolsillos?


Desde hace muchos años este sector dejó de ser la cenicienta y se convirtió en una de las principales fuentes de ingreso del país. No es casualidad que produzca el 8,2% del Producto Interno Bruto nacional (PIB), el 20% de las exportaciones, representa el 16% de las contrataciones del sector privado y solo el año pasado generó más de $273 millones en impuestos al gobierno.


Es importante que el Mandatario revise este Reglamento y las implicaciones de este. Hay errores que en la Administración Pública son pecados mortales por la incidencia que tienen en la economía nacional. A 100 días de Gobierno ojalá este no sea el preámbulo de lo que nos tocará vivir durante los próximos 4 años, producto de la inexperiencia o falta de visión de algunas figuras claves del Gobierno.


Debemos crecer como economía, pero recordemos que hay almuerzo gratis, solo que no es justo pasarle la factura a quienes menos tienen y que a pesar de ello, son quienes más aportan al país.

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Miércoles 27 Agosto, 2014

HORA: 12:00 AM

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