Legislar al calor del momento

Los ticos somos muy dados a tomar decisiones al calor del momento. Necesitamos que se desate algún acontecimiento para realizar aquello que con mucha antelación sabíamos se debía hacer, pero aún así, habíamos postergado durante meses. Por solo poner un ejemplo, un hueco en una calle no se tapa, por más sencillo que sea el trabajo, sino hasta que ocurra un accidente.

Situaciones similares suceden con frecuencia en el fútbol, pues el fanatismo hace que ciertos dirigentes tomen decisiones apresuradas al tenor de un resultado desfavorable. Puede que el entrenador esté realizando un buen trabajo, pero si pierde un partido ante el más encarnizado rival, a los dirigentes no les tiembla el pulso para destituirlo de inmediato. En una ocasión un técnico fue separado del equipo en pleno vuelo de regreso.

Pocos esperan que las aguas retornen a su cauce normal y con la cabeza fría, actitud serena y en forma reposada tomar decisiones acertadas para evitar que un hecho fortuito o una mala tarde, eche a perder la planificación de todo un año.

En la Asamblea Legislativa muchos diputados tampoco escapan de esa forma de actuar, los congresistas aparecen de pronto con singulares proyectos de ley ante los más inusitados acontecimientos del país, sean producto de actividades humanas o fenómenos naturales que en determinado momento captan la atención pública. Si algún acontecimiento toca las fibras del sentimiento nacional, de pronto anuncian “flamantes” proyectos tratando de legislar sobre ese tema. Por lo general se trata de textos poco meditados, redactados a la ligera, escuetos y sin mayor análisis, ni siquiera se consigna cómo podría aplicarse esa ley ni tampoco se le dota de los recursos o medios para hacerlo. Lo importante para estos legisladores es aprovechar el furor del momento para captar cámaras y micrófonos, es decir tener exposición pública aprovechando el tema del momento. Salen del oscurantismo en que normalmente se mueven en busca de los 5 minutos de fama, y con ello justificar su trabajo ante sus electores. Superada la atención del tema, al proyecto no se le da seguimiento, se remite al archivo donde pasa a dormir el sueño de los justos hasta que ocurra un nuevo suceso de atención pública sobre el que se pueda redactar otra iniciativa de ley.

Cada asesinato de características particulares, cada accidente de tránsito ocurrido en singulares circunstancias, cada caso de corrupción o cualquier otro suceso de relevancia da pie a proyectos de ley para endurecer penas, prohibir, regular, limitar, etc., casi con el fin exclusivo de captar la atención de la prensa.

Algunos diputados alardean de haber presentado 180 o más proyectos durante un cuatrienio, pero no que no dicen es que ninguno terminó convertido en ley.

Así se gastan cientos de horas de asesores y otros recursos públicos con el único afán de figurar. Otros para justificar su curriculum legislativo incluyen en su lista logros de otros legisladores, cuyas iniciativas apoyaron con una firma a la ligera sin darle lectura meticulosa al texto. Valga aclarar que no todos los congresistas actúan de esa manera, pues también existen los estudiosos y responsables que aportan iniciativas de verdadera importancia para el país.

Resulta lamentable el gasto de tiempo y recursos de todos los costarricenses por el trabajo de estos impetuosos “legisladores”, cuyo objetivo básicamente es alcanzar notoriedad a base de sucesos de momento sin una visión integral de futuro.

El caso más reciente fue la pretendida ciudadanía de honor para el técnico de la Selección Nacional Jorge Luis Pinto, antes de que se destapara toda la novela que lo puso en entredicho, lo cual hubiese generado fuertes críticas para los diputados por su precipitada actuación. En todo caso me parecía un detalle excesivo para una persona con un pasaje fugaz por la vida nacional. Esa designación debe estar reservada para individuos con larga trayectoria al servicio al país, de conducta ejemplar e invaluables aportes para mejorar la condición de vida de todos los habitantes de la nación.

Quizá en este caso en particular, un homenaje en algún salón del Congreso hubiese sido lo más recomendable. Además, bien decía don Julio Acosta, “cuando hay paga (y bien jugosa, que la hubo por cierto) no hay gloria”.

Al calor del Mundial de Brasil y ante el buen desempeño de nuestra Selección una legisladora propuso también declarar un día nacional para el fútbol, existiendo ya el Día Nacional del Deporte. Posiblemente de haberse concretado esta idea hubiesen comenzado a llegar propuestas para el día nacional del béisbol, baloncesto, voleibol y hasta del juego de canicas, obligando con ello a incluirlo en los calendarios escolares e institucionales saturando el año con celebraciones obligatorias. Eso mismo ha venido sucediendo con las declaratorias del día nacional para determinadas profesiones u oficios, pues cada gremio presiona para ello y algunos diputados complacientes acuerpan la idea, apoyados por otros que le dan su voto a cambio de respaldo para alguna causa de interés particular. Esa forma de legislar está haciendo que nuestro país se siga llenando de leyes para regular hasta los mínimos detalles de la vida cotidiana, entrabando las actividades de los ciudadanos y el progreso del país. Las leyes deben ser de carácter general pues sus reglamentos se encargan de detallarla. Por el contrario, existen cientos de leyes que están sobrando y deberían ser derogadas.

Esperemos que este nuevo grupo de diputados tenga la sabiduría de legislar sobre temas de verdadera trascendencia para el país, cuyas disposiciones afecten positivamente la vida de todos los costarricenses o nuestra organización política; no de casos particulares ni actividades irrelevantes.

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Jueves 21 Agosto, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Lic. Ricardo Arias Martínez