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Opinión

Editorial

La muerte de tres jóvenes ocurrida durante este fin de semana no solo deja dolor en familias costarricenses y consternación en todo el país, pues una vez más la guerra en las carreteras parece estar perdida.


Pero no solo ellos fueron las víctimas de la violencia en las calles, durante los últimos días la cifra de muertes ha ido en aumento y las causas -ya conocidas por todos en la mayoría de los casos- son alcohol, velocidad e imprudencia.


¿Qué sucede? Cada vez hay más autos en las vías nacionales y con ello malos conductores, pues no existe otro adjetivo para quienes osan sentarse tras un volante y aventurarse entre la velocidad y la inconsciencia.


Bien dicen que hay más tiempo que vida, sin embargo eso parece no importarles a muchos que andan conduciendo como locos. Lástima que no se toman unos minutos para meditar que la muerte está a la vuelta de la esquina y lo peor es que una buena parte llega a gente inocente de la mano de los irresponsables.


Aquí hay un tema fundamental que debe ser atendido con urgencia y se trata de las pruebas de manejo que realiza el Consejo de Seguridad Vial, que para ser sinceros son bastante ralitas.


¿Por qué decimos esto? Bueno, los “expertos” en la materia se encargan de elaborar exámenes de 25 preguntas con aspectos básicos de la conducción y de mecánica para que los primerizos no queden detrás del palo cuando hacen el intento de empezar a manejar.


El libro que se compra al MOPT es una muestra rápida del mundo de la conducción que apenas da unas pinceladas para ese penoso examen, que luego le dará el pase a la prueba práctica.


Ahí cientos de los aspirantes se quedan, otros apenas pasan dejando los pelos en el alambre, pero la verdad del asunto está en la calle, donde comienza la odisea.


La aplicación de la prueba práctica es tan solo la primera muestra de lo que vendrá en carretera.


Todos los días una buena cantidad de interesados llega a los patios del Tránsito en Plaza González Víquez y otras partes del país, donde -como se si tratara de un juego de niños- instructores “calificados” (muchos bastante deficientes y descuidados) tratan de demostrar quién es el jefe y en vez de ayudar, guiar y evaluar al conductor van hablando de mil cosas sin importancia, interrumpiendo y hasta burlándose, como si esos detalles fueran determinantes en la vida de un conductor.


Otros, como ya es sabido, se esmeran por ganarse unos coloncitos con meras insignificancias o bien “a huevo”. Lo cierto del caso es que con exámenes teóricos y prácticos como los que actualmente se realizan en este país poco podremos evitar que suceda en las calles.


Cualquiera diría que es un comentario alarmista, pero no, las estadísticas lo demuestran y lo peor de todo es que la mayoría de las víctimas son jóvenes en edad económicamente productiva, con hijos pequeños y proyectos, trabajos prometedores y familias que apenas empiezan.


¿Qué pasa? Cómo es que nadie se ha puesto a analizar que se hace estrictamente necesario mejorar la educación vial, que el pequeño libro de inducción no tiene por qué ser un ajeno hasta el momento de la evaluación, escuelas y colegios deben introducir lecciones que validen a peatones y conductores.


Todos andamos en las calles, somos los responsables de lo que suceda. No solo hay que enfocarse en aprender sobre señales de tránsito, líneas amarillas, paradas de buses; la educación vial es aprender a vivir puertas afuera, es crear conciencia de la implicación tanto de cruzar una vía como de un futuro tras el volante.


Desde pequeños es necesario que en el hogar se instruya a los niños sobre los peligros de la ingesta de licor, la alta velocidad y la imprudencia de los que manejan. Los padres son los encargados de dar el ejemplo, de mostrar conductas responsables y de enseñar cuando están a bordo de los autos el uso correcto.


Recordemos que estamos frente a potenciales conductores, la diferencia está entre ser descuidado o minucioso al momento de optar por una licencia.
Otro elemento importante de reconocer es el creciente mercado negro de permisos.


La policía sabe que enfrenta una industria de licencias que según la historia cuenta hasta con el contubernio de funcionarios de las dependencias encargadas del tema y eso pone a la población aún en mayor riesgo.


Entre los miles de conductores hay quienes en su vida han hecho las pruebas, adquirieron el documento ilegalmente y eso los hace más peligrosos.


Por favor, este es un llamado de atención generalizado, a los costarricenses nos falta conciencia, carecemos de prácticas responsables y sanas en carretera. Nos mata la falta de cultura, el desinterés y el apremio, pero ya es hora de ponerle un alto porque de lo contrario seguirá corriendo la sangre.

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Martes 19 Agosto, 2014

HORA: 12:00 AM

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