Efectos psicológicos y sociales de la infidelidad en los cónyuges e hijos

Un divorcio es siempre percibido como una situación traumática tanto para la pareja, que da por terminada su relación, como para los hijos, que experimentan la pérdida significativa de la estabilidad familiar.

Los efectos de la infidelidad que ocasiona un adulterio son diferentes en el hombre y la mujer. Son mucho más fuertes para el hombre cuando es la mujer la adúltera. El hombre pierde su identidad sexual, su hombría. Esto porque existe una estructura social machista, donde si es el hombre el que comete adulterio se le felicita por tener mujeres y la sociedad lo apoya porque lo considera un macho. Si es la mujer la adúltera, se dice que el hombre no sirve como tal. El hombre pierde su razón de ser, en cambio la mujer no deja de ser femenina. En ambos cónyuges el principal efecto es la pérdida de confianza.

Cuando el varón se entera que su cónyuge le ha sido infiel y por ello presenta una demanda judicial, bajo la causal de adulterio, es más grosero que la mujer al referirse a ella. En cambio cuando es la mujer la que presenta la demanda, no se usan palabras groseras para describir la conducta de su marido. (Sobre el procedimiento procesal para una demanda de divorcio, ver DIARIO EXTRA del 24 de mayo 2014, bajo el título: “Por infiel puede perder su matrimonio”).

Debemos tener presente que hombres y mujeres somos diferentes como género, aunque tengamos cosas en común; sí tenemos algunas diferencias. Al formarse un matrimonio es difícil que ambos piensen igual porque han sido educados en hogares diferentes, con costumbres y forma de ver la vida de manera distinta. Esto porque se considera que la pareja es como las mitades de una naranja. De pronto, la otra mitad está mala y eso provoca depresión.

Desde el momento en que existe sospecha de la infidelidad; cuando la mujer se entera revisa la billetera, celular; si el esposo está en el trabajo llama a cada rato; si llega un poquito tarde a la casa, reclama que viene de verse con la otra. Otra sospecha es cuando la mujer observa que su esposo llega sin hambre al hogar y este buscó conflicto, de mal carácter. Por el contrario, cuando el hombre se entera de que su esposa le ha sido infiel, casi siempre de inmediato, presenta la demanda en sede judicial. Además, persigue a su esposa y contrata detectives privados.

Ambos cónyuges se vengan, siendo en el caso del hombre más fuertes los actos de venganza que en el otro género. En el hombre repercuten mucho en su hombría; mientras que en la mujer, en la inseguridad y en la autoestima, llevándola a un estado depresivo.

Desde que se presenta una demanda de divorcio, independientemente si es por infidelidad, generalmente los padres comienzan a manejar a los hijos para hacerlos aliados a ellos; entonces estos están como en el centro de un campo de batalla y no pueden escoger, porque los papás ponen a escoger lealtad.

Cuando el papá trata de jalar a sus hijos, estos ven a la mamá de una mala manera, eso va a tener repercusiones cuando elijan pareja, porque van a entrar en mucha desconfianza con las mujeres, y muchos de los hijos maltratarán a sus futuras esposas como una forma de vengarse, de lo que le dijo el papá, les hizo su mamá, aunque sean mentiras, porque la mamá no les hizo nada. Los hijos usarán frases contra sus padres, y lo que dicen no es propio de ellos, sino que alguno de los padres los han preparado para que digan palabras desagradables.

El niño se ve más afectado durante la edad escolar porque empieza a razonar lógicamente, compara y se cuestiona todo lo que le dicen sus padres. Cuando es adolescente, el grado por el que es afectado es menor, porque ahora puede decidir por sí mismo.

Desde el punto de visto social, quiero comentarles que, al disolverse el vínculo matrimonial se presenta una decadencia socioeconómica de la familia, y por supuesto si el hombre vuelve a casarse, o hace hace unión libre con otra mujer, va a tener que mantener a dos familias y esto lo va alegar en un proceso de pensiones alimentarias para justificar que no pude pagar. Pero, como ya lo expliqué en la edición del 12 de octubre de 2013, ni siquiera procedería un rebajo.

Cuando la mujer se casa, ahora ya no tanto, porque ella sale a trabajar, pero, hablemos de la familia nuestra, tradicional, generalmente se queda en casa trabajando, eso significa que tanto ella como sus hijos van a subsistir con el dinero que el marido obtenga. Viene el divorcio, resulta que se pone una pensión alimentaria, el monto que pagará el padre muchas veces es insuficiente para satisfacer las necesidades alimentarias de la familia, por lo que, las señoras, se verán en angustias para comprar ropa, zapatos, gastos escolares, alquiler, gastos médicos, diversión de los hijos, gastos de servicios públicos, etc. La mala situación económica de la madre hace que busque un trabajo fuera del hogar y pide apoyo de sus familiares. Llegará cansada a casa, tendrá que revisar tareas escolares de sus hijos, conversar con ellos.

Depende de la preparación académica que tenga la mujer, generalmente le es muy difícil conseguir trabajo, pues no podría acceder a un trabajo que le permita buena entrada económica, entonces sigue complicándose su situación económica. Si ella había sacado una profesión y dejó de trabajar, para hacerse cargo de su esposo e hijos, pero, si tiene unos 40 años, le va a costar mucho conseguir un empleo, porque está compitiendo con mujeres más jóvenes.

En conclusión: El divorcio causado no solo por la infidelidad, sino por cualquier otra causal señalada en el numeral 48 del Código de Familia, afecta las áreas de la vida de la pareja, a nivel personal, emocional, parental, económica, familiar, social y de trabajo. Los hijos no se escapan de ser afectados.
Para mejor comprensión les recomiendo leer mi tesis para optar al grado de licenciado en Derecho, presentada en la Universidad de San José, titulada: “El adulterio como causal de divorcio en el derecho de familia costarricense. Necesidad de unificar el criterio jurisprudencial”.

*Exjuez de la República

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Sábado 26 Julio, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Msc. Gilberth Fco. Gómez Reina