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Opinión

La ley a su alcance

La sociedad es proclive a celebrar fechas que fueron importantes para una comunidad, un pueblo, una ciudad o para la historia del mundo. Celebramos el Descubrimiento de América, aunque más que una celebración debería ser un recordatorio de cómo se acabó con dos imperios autónomos y autóctonos, por la fuerza del caballo y las armas superiores que nos subyugaron desde Europa.


Se usurparon la cultura generada, la religión, los territorios, el idioma y los dioses, desarrollados por milenios, con la autonomía que brindó a sus habitantes la existencia de un mar insondable.


Se humilló, por la fuerza avasalladora de una cultura experta en armas, al Imperio mexicano y al Imperio inca, y de paso se despertó la codicia que estafó la inocencia que trocó la vida de Atahualpa por una tonelada de oro y plata.


Esta es una celebración, posiblemente de la extinción de la vida y la cultura existente en América, lo que me resulta irónico porque las tragedias se sufren, no se celebran.


Muchas otras celebraciones existen en nuestro calendario, pero la mayoría tiene como sustrato el sufrimiento, la sangre vertida y el triunfo del que más cruel fue, porque los enfrentamientos entre pueblos y hermanos celebran un conflicto, y muchas veces solo la esperanza de un futuro mejor.


La única celebración que resalta la vida es el Día de la Madre.


El nacimiento de una nueva vida del ser supremo de la Creación, el primer llanto que anuncia que el mundo tiene un nuevo inquilino, es un acto que participa del soplo divino y espiritual, pues es concepción de un hombre y una mujer, pero con la misteriosa presencia de un ser superior que lo dota de inteligencia, que lo pone en un lugar diferente de la creación, que se llama humanidad.


Se dice que el dolor de parto es tan agudo y extraordinario que solo una madre lo puede soportar.


Si esa tarea hubiera sido encargada al hombre, ya la sociedad sería historia porque solo la fortaleza de la mujer es capaz de desarrollar la vida y entregarla al mundo, a costa de un proceso de meses, que desemboca en los dolores más profundos e inexplicables, y que posiblemente transmita su expresión más contundente al fruto maduro de su embarazo, que llora desconsoladamente sabiendo lo que su nacimiento ha provocado en su madre.


La maternidad apenas empieza con el parto porque vendrán horas de desvelo físico para arropar, cuidar y alimentar al recién llegado.


Esa tarea seguirá al dar los primeros pasos, pero se extiende conforme el bebé se convierte en infante, niño, adolescente y empieza a caminar solo por el mundo, con la compañía del buen consejo de su madre y de los principios que principalmente ella diseñó en su mente.


Conforme el hijo crece, la joven madre pasa a ser la proveedora de cariño, de experiencia, pero su tiempo no se detiene. Sigue siendo madre todos los días, y aún más madre lo es en sus desvelos, cuando teme por el bienestar del hijo que, insertado en su propio mundo, puede olvidar por momentos o por años de dónde viene, quién le dio la vida y quién le enseñó a caminar por el mundo.


Una celebración es la persistencia de la memoria, el recuerdo, la celebración en contra del olvido. Así como la maternidad no puede reducirse a celebrar un día, nuestro 15 de agosto, la fecha es un recordatorio anual de que la vida se celebra todos los días, y que la madurez y luego la ancianidad de mi madre, de su madre, nunca me colocan por encima del milagro que ella realizó en mí, porque sin ella yo no sería.


Celebremos el Día de la Madre todos los días, porque un día se irá a recibir el premio definitivo y eterno. Vivamos el presente agradeciendo haber sido traídos al mundo, pues el pasado ya se fue y el futuro ya llegará, pero hoy no existe.


Cambiemos la lágrima de la futura partida de nuestra madre por la lágrima de la alegría cuando se sienta recordada cada día.


La madre celebra en su día algo más tangible que un regalo: solo celebra el haber sido madre de unos hijos que la respetan y la merecen.

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Viernes 25 Julio, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Lic. Gerardo Morales.

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