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Opinión

Editorial

Costa Rica hasta hace poco había alcanzado el rango de ser el país más feliz del mundo, posición sobre la cual perdió algunos puestos aunque siga estando arriba en el listado internacional.


Esta situación no es única cuando se pone uno a analizar que existen otros ámbitos en los que sucede lo mismo en el territorio nacional, fiel reflejo de ello son asuntos relativos a competitividad.


En el ranking dado a conocer por el Foro Económico Mundial para el 2013-2014 aparecemos como el cuarto país más competitivo de América Latina, un lugar que a simple vista es muy positivo, y habla bien de las acciones que estamos llevando a cabo para estar insertos en el mundo exitosamente.


¿Pero es esto suficiente?, por supuesto que no, pues a nivel general ese mismo foro apunta que la región a la cual pertenecemos ha perdido puntos, algo de lo que Costa Rica no está exento.


¿Por qué?, simplemente porque aparecemos estancados. La puntuación alcanzada creció milésimos, y en otras ocasiones hemos decaído.


Los problemas que enfrentamos siguen basándose en temas de infraestructura y burocracia, y nos han salvado los avances obtenidos en materia de innovación donde se ha trabajado arduamente a través de la investigación y la creación de empresas especializadas en ello, pero con limitantes severas como es el acceso al financiamiento.


Estos inconvenientes de financiamiento han sido más que evidentes en asuntos como la imposibilidad de aplicar los fondos de Banca de Desarrollo, y cuyo proyecto de reforma de Ley permanece estancado en la Asamblea Legislativa, perjudicando a miles de pequeñas y medianas empresas deseosas de poder crecer por no lograr acceso a créditos en condiciones favorables.


Cuando se habla de competitividad, de inmediato pensamos en la lentitud del esquema burocrático para responder a las necesidades de inversionistas, empresarios locales, e incluso de los mismos ciudadanos.


Pero ello también implica la incapacidad de tomar decisiones en los altos mandos ministeriales, institucionales y hasta de las municipalidades, creándose con esto una bola de nieve que hasta el momento no ha llegado quien la pare de una vez por todas. Ello ha quitado un enorme atractivo, e incrementa la inseguridad jurídica para el que desea invertir en Costa Rica.


Aunque también hay fantasmas por disipar en materia de recurso humano, pues pese a que siempre se raja de la calidad de nuestros profesionales, lo cierto es que aquí hay mucho trillo por recorrer formando a trabajadores que respondan verdaderamente a las necesidades de los tiempos, y del tipo de desarrollo económico escogido.


Además, se debe laborar de forma más dura en los encadenamientos y en una política para extender sus beneficios de una manera más homogénea en las distintas partes del país. Al final, ¿qué sentido tiene ser competitivos si los beneficios de ello no permean en todos los estratos sociales del país?


Definitivamente, en materia de competitividad, hay mucha tarea pendiente, y ahora que viene el cambio de Gobierno es deber de las nuevas autoridades entrarle con fuerza al tema para comenzar a ver cambios sustantivos en ello. Ojalá el nuevo brillo no quede en el intento. Estaremos atentos.

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Lunes 21 Abril, 2014

HORA: 12:00 AM

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