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Espectáculos

Domésticas ya tienen quien las defienda

Durante la ratificación de la reforma al Código de Trabajo, Rosita Acosta le recordó a la Presidenta “la parida” que fue lograr eso y la comprometió para que obligue a cumplir la ley

Su historia podría haber sido la misma de muchas costarricenses o extranjeras que se abren camino en la vida limpiando casas ajenas. Pero por el contrario, esta experiencia de abusos y malos tratos la llevó a emprender una lucha por reivindicar los derechos de estas trabajadoras, muchas de las cuales eran tratadas como esclavas.


Esta batalla la lidera desde la organización social que ella ayudó a fundar, la Asociación de Trabajadoras Domésticas (Astradomes), con la cual ha tenido que enfrentarse directamente con presidentes, ministros y diputados.


“En una conversación con la presidenta Chinchilla, ella nos contó que en su casa trabaja una señora desde que su hijo nació y que es como parte de la familia. Yo me levanté y le dije que esoes así, porque nunca una trabajadora doméstica podía decirse que forma parte de la familia, porque no es cierto que la tratan como tal”, recordó doña Rosita.


Según explicó la presidenta de Astradomes, muchos de los abusos se dan precisamente cuando se comienza a ver esa cercanía entre empleador y empleado, porque se comienza a crear un vínculo que luego hace que el trabajar no pueda negarse a los “caprichos” de su jefe por “consideración y agradecimiento”.

 

CONFIANZA QUE OBLIGA

 

Y es que el trabajo doméstico fue considerado históricamente como una labor en donde el empleador se creía el dueño de la servidora del hogar, mal llamada sirvienta, criada o porta, convirtiéndola muchas veces hasta en su amante, sin que ellas tuvieran derecho a protestar por eso. Con el paso del tiempo las cosas han cambiado pero no mejorado, ya que como comenta esta defensora de los derechos de las trabajadoras, sigue sin hacerse cumplir la ley y muchas mujeres por miedo a perder su trabajo, no logran romper el silencio.


“Tenemos problemas especialmente con las extranjeras de las que se aprovechan al saber que no tienen para donde irse. No tienen papeles y por eso no les pagan el seguro social. Abusan constantemente de ellas”, agregó.


Esta realidad no está muy lejos de lo que Acosta tuvo que vivir, desde que tenía 13 años. Jornadas extenuantes de hasta 16 horas o más al servicio de una casa, en donde no se le respetaba su privacidad, su derecho al estudio y mucho menos su integridad como ser humano.


“Me tocaba levantarme a las 6 de la mañana, preparar desayunos para los niños y mandarlos a la escuela, luego a los señores de la casa, limpiar, preparar la comida. Luego llegaba la tarde y atender a los niños, sacar a pasear al perro y por la noche tener todo listo para la comida. Si los señores tenían visita atenderlos hasta altas horas de la noche o madrugada, recibiendo incluso alguna falta de respeto de un señor borracho. Luego me iba a dormir y al día siguiente levantarme de nuevo temprano, sin poder reclamar por haber dormido pocas horas la noche anterior”, recordó con tristeza.

 

LUCHA ORGANIZADA

 

Esta dama oriunda de San Carlos, siguió los pasos de su mamá quien también se dedicaba a los oficios domésticos y no es sino hasta que contrae matrimonio y se va a vivir a Hatillo, que descubre que en el país existían leyes que deberían defender sus derechos como trabajadora, solo que por ignorancia, tanto ella como muchas de sus compañeras no las conocían.


Es por ello que de la mano de la Alianza de Trabajadoras Costarricenses logra fundar Astradomes y es a través de esta trinchera que comienza la lucha.


Con la ayuda de organizaciones internacionales y de recursos de las mismas mujeres asociadas, se abre la Asociación, la cual logró inicialmente la incorporación de un salario mínimo para estas trabajadoras, jornadas de 12 horas y el derecho a disfrutar de 1 día libre luego de 6 trabajados. Pero la lucha apenas comenzaba.

 

ÚLTIMA LUCHA

 

Actualmente, Astradomes logra dar la batalla más importante desde su creación, cuál es la equiparación de derechos de las trabajadoras domésticas con el resto de profesiones y oficios de este país, otorgándoles el reconocimiento de una jornada única de trabajo de 8 horas.


“Me siento feliz de que se nos haya reconocido este derecho, pero ahora queda todavía pendiente que el gobierno obligue a que esto se cumpla y no quede solo en el papel”, dijo la líder social.


Hace una década doña Rosita dejó de trabajar en casas ajenas, a sus 71 años, tiene una persona que le ayuda en su casa. Asegura que ya dejó atrás esos días en donde se dedicaba a las labores del hogar, pero su experiencia de vida la ha llevado a reconocerle todos los derechos de quien trabaja para ella e incluso a enseñarle a defenderlos.


Acosta no se arrepiente de la vida que ha llevado, ni de su antiguo trabajo, porque este le permitió sacar a su familia adelante, hasta ver graduado a su hijo de médico. Reconoce con cierta tristeza, es lo mal que se sentía cuando alguien la llamaba “porta”, pues a pesar de ser un trabajo digno, las personas no la trataban con respeto.

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Foto: Mauricio Aguilar

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Sábado 30 Noviembre, 2013

HORA: 12:00 AM

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